¿CUÁNTO TIEMPO SE REQUIERE PARA ESCRIBIR UN LIBRO?

 

Éste es un manual para escritores noveles; es decir, aquellos que se inician en esta profesión.

Es necesario aclarar que pueden confundirse las palabras novel −nuevo− con Nobel −del premio creado por Alfredo Nobel−. Las palabras fonéticamente parecidas son un galimatías para el escritor poco avezado, por ello se debe ser lo más claro posible con aquellas que puedan ser motivo de confusión como éstas. Todo aquel que sueñe con ser, cuando menos, un escritor con un trabajo decoroso deberá por todos los medios posibles dar solución a situaciones como la descrita.

Este ejemplo utilizado como apertura nos sirve, en esta ocasión, para exponer que situaciones como ésta son las que enfrentará el aspirante a escritor, situaciones con palabras, retos con frases, guerra con la estructura del lenguaje. Y aunque la historia de la literatura nos informe que Ernest Hemingway o García Márquez no se preocupaban por las reglas estructurales en sus borradores, haciendo sufrir a sus correctores, esto no es pretexto para tener un dominio pobre de la principal herramienta que posee un escritor: el lenguaje. Son retos y batallas, en efecto, pero nada que no pueda ser resuelto con una dosis de disciplina y constancia.

En el presente libro planteamos la posibilidad de crear un texto de calidad en pocos días o semanas; pero esto no significa que hayas realizado una proeza única, digna de ser reconocida, ya que antes que tu libro se han creado diversos títulos famosos que surgieron en un tiempo muy corto y en circunstancias aún más difíciles que las de nuestra generación; tal es el caso del libro El niño con el pijama de rayas de Jhon Boyne quien ha referido que escribió entero el primer borrador en tan solo dos días y medio.

Por supuesto que los recursos que poseemos actualmente −como las herramientas basadas en el desarrollo de la informática− nos permiten resolver dudas de toda índole, desde gramaticales hasta datos que poseemos solamente de modo superficial, en un menor tiempo. Ser un ludita hoy, queda bien para ciertos escritores románticos y anacrónicos; pero te perderás de utilizar el desarrollo tecnológico que se encuentra al servicio de la literatura.

Siempre hay historias que merecen ser contadas para justificar una acción y en este caso, la acción de escribir lo merece. Conozcamos algunas:

Fiodor Dostoievski, el titánico escritor ruso, tomó un peligroso acuerdo con su editor; debía entregar una novela en una fecha inamovible y si no lo hacía, perdería todos los derechos de las obras que escribiera en los siguientes nueve años. Bajo esta presión y apoyándose en una secretaria taquígrafa, Anna Grigorievna, logró terminar El jugador en tan sólo veintiséis días. A la postre ella terminaría siendo su segunda esposa. Sin duda el trabajo bajo presión −eufemismo usado actualmente por los corporativos para justificar el alto rendimiento exigido a los empleados− funcionó en Dostoievski; no solamente logró un libro, sino que consiguió una esposa taquimecanógrafa. Por supuesto que hay escritores necesitados de presión para la labor, Dostoievski es un vivo ejemplo.

Robert Louis Stevenson escribió la obra El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde en tan solo seis días −según versiones de un familiar cercano, su hijastro−. Esta novela nos ha causado una doble impresión: la leímos cuando fuimos adolescentes y posteriormente en la edad adulta la abordamos de nuevo porque cada etapa de la vida trae consigo sus filtros experienciales; datos que no son relevantes o pasan inadvertidos en algunas etapas de la vida son trascendentales en otras. Leemos un libro con ojos, vivencias y prelecturas distintas que dependen de tiempos distintos, lo que provoca que la comprensión sea diferente en diversos espacios temporales. Ésta es sin duda una obra pequeña, pero de altísima calidad narrativa, de suspenso atemporal por la dualidad del protagonista que es en sí mismo dos sujetos. Se sabe que esta novela tuvo su origen en estados oníricos del autor y, probablemente, dado lo huidizos que son los sueños decidió atraparlos con rapidez.

Jack Kerouac escribió otra obra digna de mencionarse: En el camino. Éste es un libro con rasgos autobiográficos basado en los viajes que el autor hizo durante varios años. Fue escrito usando la introspección. Esta novela es considerada una de las obras clásicas del siglo xx, por lo que en la actualidad se reeditan 100,000 copias anuales. La revista Time la clasificó como una de las cien mejores novelas desde 1923 hasta la actualidad. Lo más interesante, y motivo de este texto, es que esta novela de Kerouac fue escrita solamente en tres semanas, mientras vivía en Manhattan con su segunda esposa, Jane Haverty. Un dato curioso es que fue mecanografiada en un solo rollo de papel al que el autor llamaba «el rollo».

Kerouac es considerado parte del movimiento artístico conocido como Generación beat, estilo que reunió a un grupo de escritores norteamericanos en la década de 1950, el cual es considerado como el alma mater del movimiento hippie por las temáticas que aborda, tales como la resistencia, las drogas, la libertad sexual y el rechazo al grupo dominante o élite que ostenta el poder (establishment). La obra de Kerouac junto con Aullido de Allen Ginsberg (1956) y El almuerzo desnudo de William S. Burroughs (1959) son consideradas obras simbólicas de dicho movimiento.

La escritora mexicana Josefina Vicens publicó la novela El libro vacío en 1958, en ella plasma el enorme desafío del escritor ante la página en blanco, desafío difícil de deconstruir en un análisis psicológico, la escena clásica del autor en dificultades, inmóvil, bloqueado, enfrentando, absolutamente solo, una hoja de nívea presencia, teniendo como únicas armas, las palabras. El libro vacío es una novela sobre la dualidad escritor-papel y cuyo logro literario fue tal que el mismo Octavio Paz corona su lectura con una opinión:

El libro vacío es una novela magnífica […] su autora, de manera admirable trata el tema de «la nada», logrando un texto «tan vivo y tierno» que recrea, desde la «intimidad vacía» de su protagonista […]

El protagonista de la novela, José García es un grisáceo burócrata llamado a escribir y con la misma fuerza mermado ante el oficio; su autora revelaría, años después, que era una novela proyectiva, pues éste era un desafío que ella misma enfrentaba y era tal, que le atribuía su escasa producción, llegando al extremo de deshacerse de una obra completa por no ser de su agrado.

El bloqueo que narra Josefina Vicens en El libro vacío puede ser un patrón establecido en mayor medida entre principiantes, quizá por la dificultad del inicio; pero que el bloqueo aparezca de repente en un consagrado es más bien atípico. Y eso fue lo que le sucedió al escritor japonés-británico Kazuo Ishiguro quien literalmente se bloqueó ya con diversas obras publicadas y después de haber ganado diversos galardones como el premio Winifred Holtby. Según contó el autor en uno de sus artículos, inició los trabajos de una nueva novela y después de un año completo no lograba avanzar más allá de las primeras páginas. Totalmente desalentado por el lento avance, tomó una decisión radical: de acuerdo con su esposa se encerró en una casa que acababan de adquirir. En ésta tenía un despacho exclusivo para concentrarse en la escritura. Trabajó diariamente durante más de doce horas con pausas de una y dos horas para comer y cenar respectivamente. Totalmente aislado para no distraerse logró una nueva novela, Los restos del día, la cual es una de las novelas que más popularidad le ha dado, así como otro codiciado premio en los círculos literarios del Reino Unido, el Booker Prize. Tan buen recibimiento obtuvo la novela que fue llevada al cine con la actuación de Anthony Hopkins y Emma Thompson. Para terminar la obra y desbloquearse, Ishiguro solamente necesitó cuatro semanas.

Después de analizar estas historias utilizadas como referentes, sabemos que entonces la meta de escribir un libro en poco tiempo es posible y que para traducir en acción tal encomienda las motivaciones pueden ser muy distintas y ser detonadas por un amplio abanico de posibilidades tales como un compromiso ineludible en el caso de Dostoyevski; una forma de atrapar los sueños huidizos como Robert Louis Stevenson; o desbloquearse creativamente como Kazuo Ishiguro, según su propia versión, con excelentes resultados. Stephen King añade un motivo más: autodisciplina, el autor considera que el tiempo para terminar el primer borrador de una novela completa no debe exceder de tres meses.

Cuáles son tus motivos, hay que encontrarlos. Sirva como apostilla saber que no solamente en el mundo de la literatura encontramos ejemplos de urgencia, existen casos de obras musicales, sinfonías, himnos, corales, etcétera creados en una tarde o en una noche. Todos ellos tuvieron un motivo y nos regalaron sus creaciones, con urgencia. Vaya aquí un elogio a la urgencia.

Autor:

LITERATURA,EDICIÓN, AUTOEDICIÓN, COACHING, SOCIALMEDIA, PROMOCIÓN DE LA CULTURA ESCRITA Y VISUAL, ARTE, Y HACEMOS Y VIVIMOS DE....CHARLAS,CONFERENCIAS, DOCENCIA, EDICION, VIAJAR...,Y SOY ABSOLUTAMENTE CREYENTE DE QUE LA CULTURA ESCRITA OS HARÁ LIBRES.

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